30 mar 2010

El Clausura es una lágrima


Salvo Independiente, el resto de los grandes deambula en el fondo de la tabla. El nivel es bajísimo y el recambio de los históricos no llega.

El torneo Clausura -perdón, el oficialmente bautizado Torneo Iveco del Bicentenario Clausura 2010- es muy malo. Como amante del fútbol en general, y del argentino en particular, me cuesta reconocerlo. Pero no hay con qué darle: el campeonato tiene el peor nivel de juego de los últimos años y la gran mayoría de los 121 partidos disputados hasta el momento fueron aburridos.

Al hacer un rápido repaso mental, mi memoria sólo le guardó espacio al 4-4 entre Vélez y Boca. ¿Y después? Hay que exprimir el fixture para sacar unas gotas más de jugo. El 3-0 en el debut de Racing, la remontada de Argentinos que venció 6-3 a Lanús, el 3-1 de Gimnasia a Estudiantes en el clásico platense (el primer tiempo fue horrible) y la fresca goleada 4-1 de Chacarita frente a Boca. Basta de contar.

Los goles, es cierto, no siempre son sinónimo de buen juego. De todas maneras, en ese plano, el Clausura 2010 también pierde en la comparación con sus antecesores. El promedio de gol del actual campeonato es de 2.33, una cifra que está por debajo de la obtenida en el Apertura 2009 (2.44), el Clausura 2009 (2.51) y el Apertura 2008 (2.48).

Los pronósticos auguraban un certamen apasionante porque ninguno de los cinco grandes había clasificado a la Libertadores y únicamente afrontarían 19 encuentros en el semestre. Pero sólo Independiente logra dar pelea por el título. Después de 11 fechas -y sobre 20 equipos- Racing está 15º, River 16º, San Lorenzo 17º y Boca 18º. Una situación inédita en la historia de los 38 torneos cortos que se disputaron desde 1991.

Pese a estar puntero cómodo, cuesta definir al Rojo como un "equipazo". Es ordenado, regular, con buena defensa y poder de gol. Con eso le alcanza para mantenerse arriba, pero lejos está de quedar en el recuerdo por su nivel de juego. La sensación es que si Estudiantes y Vélez (que con suplentes goleó 3-0 al líder) no tuvieran un ojo en la Copa, serían ellos los principales animadores del Clausura.

Dejando de lado los equipos e ingresando en el campo de los jugadores, el análisis no arroja un panorama más alentador. Sin faltar el respeto, pero como muestra del bajo nivel actual, hay que decir que la figura del campeonato es un arquero: Adrián Gabbarini, de Independiente.

Los mejores materiales de exportación que generó el fútbol argentino en los últimos tiempos son Nicolás Gaitán, Mauro Boselli, Nicolás Otamendi y Sebastián Blanco, quienes tienen sus días contados bajo los erráticos relatos de Marcelo Araujo. Juan Sebastián Verón y José Sosa también marcan la diferencia. Los históricos como Martín Palermo, Juan Román Riquelme, Hugo Ibarra, Marcelo Gallardo, Ariel Ortega y Bernardo Romeo, por citar algunos casos, se encuentran en la curva descendente de sus carreras. Y el recambio no se vislumbra.

A 73 días del Mundial son Verón, Palermo y Otamendi los tres futbolistas locales que tienen su pasaje asegurado a Sudáfrica. Quizás puedan sumarse Clemente Rodríguez y Marcos Angeleri. El resto de la lista de 23 la integrarán los jugadores "extranjeros", que logran marcar cada vez más la diferencia.

Entre los técnicos se destaca el auspicioso debut de Omar Asad (Godoy Cruz marcha segundo), la constancia de Américo Gallego, las intenciones de Diego Cocca y la continuidad de Antonio Mohamed, quien cumplió dos años al frente de Colón.

El fútbol argentino está tan revuelto que hasta el criticado sistema de promedios -impuesto por Julio Grondona desde 1983 para evitar que los grandes se vayan a la B- corre riesgo de fallar su objetivo: en el próximo semestre, River arrancará último en la tabla del descenso.
Por Hernán Buzzella (Criticadigital)


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