22 nov 2011

Don Antonio Madera. Don Madera.


Por Edgardo Peretti
Así de simple, así de trascedente, así de importante. Vayamos por partes. Don Antonio Domingo Madera nació en San Guillermo (Santa Fe) un 24 de noviembre de 1915, llegando con su familia a Rafaela en 1920. Fue fotógrafo, artista de la imagen y entre 1942 y 1960 se desempeñó en la policía provincial e hincha de 9 de Julio y de Estudiantes de La Plata.
Algo más? Si. Los datos se acuñan en una nota publicada en el año 1984 por el diario La Opinion  y autoría del querido don Lorenzo Inardi en su referenciada e inolvidable columna “Rafaela y su gente”.
Algo más? Si.
Don  Antonio Madera, al jubilarse pasó a ser utilero de 9 de julio y como tarea crucial de nuestras vidas el responsable de darnos el fútbol para jugar en la canchita que estaba detrás del salón, la de los arcos de madera, o al costado, entre las lambertianas y el tejido de la interminable cancha.
Don Madera era el hombre que nos habilitaba el mundo de las fantasías, con la número 5, reluciente y sus cuidados. Todos esperábamos a que llegue con su bicicleta inglesa, su peinado a la gomina y su llavero gigante colgando a un costado. El nos abría las puertas del paraíso, pero todo tenía un precio: no se toleraban las malas palabras, agresiones o burlas; se jugaba sin pelear, caso contrario, don Antonio sancionaba al infractor con suspensiones que iban de uno a cinco días. Casi perpetua, según el tenor del delito.
Todo un personaje.  Pero no me quiero quedar con esto. Tengo una historia con don Madera. A fines de 1969, se organizó un campeonato de baby fútbol para los chicos del club que no participaban del de Ben Hur, Boca o Estudiantes. El límite era de edad, pero no de estatura (requisito que en esa epoca se plantaba en el metro cincuenta por lo que muchos lungos la veíamos de afuera, con lo que se pudieron armar varios equipos.
Todos eramos hijos de laburantes y no había ni media camiseta igual, así que Don Madera tuvo la gran idea: camiseta malla y anilina!!!
Así surgieron los equipos Azul, Rojo, Amarillo, Verde, Marron, Negro y...blanco. No había más tonalidades. Pero sí chicos; entonces agregaron un equipo “cuerito” que recién apareció en la segunda fecha, pero como ls ganó a todos fue un campeón, pero sin corona!!!! Mi amigo el “Tato” Perna la rompía, pero nunca nos sumaban puntos. Y yo? Je, yo era el arquero.
Recuerdo como en esa primera fecha – nuestra- íbamos a la cancha (la vieja de básquet, donde hoy está el gimnasio Centenario) y don Madera me paró en seco:
-   Usted – me dijo y se me aflojaron las orejas.
-   Sí, señor...
-   No puede salir a la cancha sin buzo. Tome.
Y me dio un buzo amarillo, de piqué, con el número “12” y hasta con una mancha de sangre nunca vencida por la lavandina en el pecho, la que imaginé como la de Gatti, el Lito Maina, o la de Carrizo o la de quien sabe qué monstruo de entonces. Con su gesto, el hombre me elevó a los cielos y me hizo el regalo más lindo que me dio el fútbol; a mi, un humilde aficionado poco dotado, flaco, larguirucho y orejudo me puso en fila hacia el cúmulo de las glorias vestido de amarillo. Y hasta una medalla.
Pasaron los años y hoy me entero que Don Madera se fue un 15 de junio de 1985. Lástima, me hubiese gustado agradecerle el gesto, las enseñanzas y el buzo amarillo que me hizo tan feliz. Seguro que donde está sigue repartiendo pelotas a los chicos humildes, enseñando eso que ahora llaman límites y sacando fotos, que era su pasión extra, su gran pasión.
Salud, don Antonio. Y gracias.

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